Mansión Belvedere
El viento susurra a través de las hojas, el agua lame con delicadeza la orilla y parece que el mundo está a un millón de kilómetros.
Al pasear por los senderos forestales que rodean la mansión Belvedere, una mansión del siglo XVIII a orillas de Lough Ennell en pleno corazón de Irlanda, en el condado de Westmeath, nadie te recriminará que imagines que estás recorriendo un pequeño rincón de paraíso. Pero no te dejes engañar; este tranquilo entorno oculta un pasado escandaloso.
Mansión Belvedere
La casa se construyó como pabellón de caza para Robert Rochfort, el primer conde de Belvedere, que se ganó el apodo de “el conde malvado” por su carácter disoluto y su crueldad. Se encuentra a tan solo 8 km de la animada ciudad de Mullingar, sobre una pequeña colina con vistas al lago y rodeada de exuberantes zonas verdes, un jardín amurallado victoriano restaurado y algunos de los caprichos arquitectónicos más extravagantes de Irlanda.
Para construir Belvedere, Rochfort recurrió a la ayuda de Richard Castle, el arquitecto artífice de las mansiones Westport y Powerscourt, entre otras. Aunque la casa es sorprendentemente pequeña, sus espectaculares vistas del lago, el fastuoso enyesado y los excelentes paneles de madera de roble están a la altura de algunas de las mejores mansiones palladianas de Irlanda.
Mansión Belvedere: cosas que hacer
Mansión Belvedere, condado de Westmeath
Mansión palladiana del siglo XVIII
El conde malvado: Robert Rochfort
A lo largo de su indecorosa vida, Rochfort demostró una y otra vez que tenía bien merecido su apodo, “el conde malvado”. Acusó falsamente a su esposa Mary de tener un romance con su hermano Arthur y la mantuvo cautiva en su residencia familiar durante más de 30 años. Arthur no corrió mejor suerte. Rochfort lo denunció reclamando 20.000 libras esterlinas y logró que lo enviaran a una cárcel de deudores, desahuciando, a su vez, a los nueve hijos de su hermano. Durante todo ese tiempo, el conde malvado disfrutó de una vida de lujo y hedonismo en la mansión Belvedere, aparentemente indiferente al daño que causaba.
El Jealous Wall
Rochfort invirtió gran parte de su tiempo y dinero en la creación de su finca de campo perfecta en Belvedere. Pero cuando su también problemático hermano, George, construyó una mansión más grande a la vista de la suya, no pudo pasar por alto la ofensa.
Ordenó construir un imponente muro en los jardines, lo bastante alto y amplio para ocultar de su vista la ofensiva casa Tudenham. Conocida como el “Jealous Wall” (o muro de los celos), esta elaborada estructura se asemeja al último muro en pie de las ruinas de una abadía y es uno de los tres caprichos arquitectónicos de Belvedere. Encontrarás las otras dos, el arco gótico y la glorieta octagonal, al pasear por los senderos forestales.
Jardines y mansión Belvedere
El Jealous Wall
Paseos por el bosque de Belvedere
Uno de los grandes placeres que ofrece una visita a la mansión Belvedere es la oportunidad de explorar sus bosques maduros de varias hectáreas, la mayoría plantados durante el siglo XVIII. Predominan las hayas, los pinos y los abedules, pero no te pierdas la plantación de coníferas exóticas, así como el tejo junto a la casa de hielo que, según se dice, tiene más de 800 años.
Cuando hayas recorrido la casa, pasea por el bosque y maravíllate ante el “Jealous Wall”, relájate en el restaurante del centro de visitantes y reflexiona sobre el hecho de que un hombre tan perverso pudiera dejar un legado de tanta belleza.