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¿Qué tienen de especial los peregrinajes? La película “El camino”, protagonizada por Martin Sheen, narra la historia de un hombre que se siente obligado a recorrer una de las grandes rutas de Europa, El Camino de Santiago de Compostela, tras la muerte de su hijo. En la película “Un lugar donde quedarse”, Sean Penn sale del exilio en Dublín para cruzar América y “entender” a su familia.
Hace unos años, Bill Bryson recorrió el sendero de los Apalaches con la vaga idea de que le serviría para ponerse a prueba y le ayudaría a “entender” su país. Aunque parezca que la idea de un peregrinaje religiosa esté anticuada, la idea de un viaje que aporta perspectiva tiene raíces profundas.
Croagh Patrick, condado de Mayo,
Senderistas en Croagh Patrick
Emprendí el viaje a Croagh Patrick, en el condado de Mayo, por curiosidad y no por convicción. Tras haber vivido en Dublín, que no es una ciudad especialmente religiosa, quería comprobar por qué el catolicismo tenía tanta influencia. El desafío físico también me atraía. Se supone que el peregrinaje tiene que ser arduo. Se cree que cuanto más duro sea el viaje, mayor será la reafirmación espiritual.
Eso está muy bien, pero pocas personas están a la altura del esfuerzo o creen que su alma corre un riesgo lo bastante serio como para justificar un mes (o incluso dos) sin trabajar. De hecho, Bryson solo cubrió un tercio del sendero de los Apalaches en varias semanas de viaje.
Un miniperegrinajeSin embargo, el paseo para peregrinos de Tochár Phadraig es una ruta de solo 35 km que conecta la abadía de Ballintubber con el pie de Croagh Patrick. Y si eso aún te parece demasiado, puedes escalar Croagh Patrick en unas horas.
Croagh Patrick, condado de Mayo,
estatua de San Patricio
Croagh Patrick tiene un factor religioso muy pronunciado y al principio me sentí como un pez fuera del agua. Este peregrinaje puede empezar siendo personal, pero acaba siendo comunitario. Las personas que te encuentras por el camino dan forma a esta experiencia. Cuando emprendí el camino, solo pensaba en el esfuerzo que tenía por delante.
Pero lentamente asciendes, charlas, te tropiezas. Los caminantes te echan una mano, te saludan con la cabeza y te dedican palabras amables al pasar. Entonces (gracias a Dios) sale el sol, alguien se gira, jadea y, de repente, en un silencio absoluto, te das cuenta de que estás compartiendo con desconocidos la impresionante vista de la bahía de Clew.
Cuando llegas a la cima te sientes conectada, no solo con las personas que te rodean, sino con todas las demás que siglos atrás llegaron al lugar donde estás. Es una sensación vertiginosa que te cambia.
¿Cómo me cambió Croagh Patrick? Debo confesar que me sentí más generosa, realizada y, por extraño que parezca, en paz.
Este peregrinaje puede empezar siendo personal, pero acaba siendo comunitario.
Vanessa Harriss