Luz, cámara, Connemara
Al ser parco en palabras, el escritor y poeta Oscar Wilde logró resumir Connemara en solo dos: “belleza salvaje”. La descripción es perfecta, pero Connemara es muchísimo más.
Es una oda al amor perdido representada por la abadía de Kylemore y el hogar tanto del dócil poni de Connemara como de Killary, uno de los tres fiordos de Irlanda. Y de vez en cuando también es un plató cinematográfico.
John Wayne y Maureen O'Hara, “El hombre tranquilo” © Corbis Historical Sunset Boulevard/Contribuidor
Sus carreteras serpenteantes y sinuosas hacen que sea difícil viajar con prisa por esta región. Aunque eso no es malo, porque si te apresuras podrías perderte un lugar esencial de la historia del cine.
En las entrañas de Connemara se encuentra el puente de la película “El hombre tranquilo”. Esta construcción se arquea sobre un tramo torrentoso del río Owenriff y sirvió de escenario para la que posiblemente sea una de las escenas más conmovedoras de la película.
El boxeador Sean Thornton (John Wayne, para que nos entendamos) regresa de América para reclamar legítimamente la granja de su familia (y encontrar esposa, aunque eso resulta ser más complicado). Desde este puente ve por primera vez la granja. Una modesta casa de campo con tejado de paja, el viento soplando, lágrimas a punto de brotar; así nació una estrella de piedra en Connemara.
Solo el principio
El equipo de rodaje abandonó Connemara, pero eso no significó el FIN de la fama para esta región. La lista de películas rodadas aquí nos da una idea de lo atractiva que le resulta Connemara al mundo del cine: “Una pareja de tres”, “Tristán e Isolda” (protagonizada por James Franco), “Hombres de Arán”, “El prado”, “Escapada al sur” (con Gabriel Byrne), “Te odio, mi amor” y la nominada a los Globos de Oro “El irlandés” rodaron en el lado salvaje de Galway. De hecho, hay tantos cineastas que han pasado por aquí, que ahora puedes recorrer la región con la ruta cinematográfica de Connemara.
La fotógrafa Aoife Herriot tiene experiencia con los objetivos y una teoría sobre lo que atrae a las cámaras a este lugar aislado: “Connemara es una región única. Los espectaculares contrastes de paisajes con mar, cielo, montañas y pantanos producen expresiones artísticas con total naturalidad. No es difícil darse cuenta de por qué este lugar salvaje, de luz y atmósfera efímeras, es tan inspirador para fotógrafos y directores de fotografía”.
Sean Tomkins es otro fotógrafo que también se deshace en halagos. En su opinión “la luz y los cielos eternamente cambiantes” forman parte de las credenciales cinematográficas de Connemara.
Belleza salvaje; oro para Hollywood.