Jardines amurallados de Irlanda

Cuando todo te supera, el retiro es la respuesta. Y aunque los paisajes naturales y los ríos sinuosos de Irlanda son la cura perfecta para el estrés, sus jardines amurallados centenarios ofrecen un tipo de refugio diferente.

Ocultos tras gruesos muros de piedra en fincas inmensas, estos jardines exuberantes han sobrevivido a la época de las grandes mansiones, que abarcó desde los primeros años del siglo XIX hasta principios del siglo XX.

Hoy en día, estos muros altos tienen un gran valor estético para los amantes de los jardines que los visitan. Pero siguen manteniendo su función original y muy valiosa: elevar la temperatura del jardín y proporcionar un entorno más protegido a las plantas que rodean.

Se han restaurado con sumo cuidado y cariño muchos de los cientos que aún existen hoy en día. Se han reconstruido y rejuntado los muros en ruinas; se han reparado y restaurado los antiguos invernaderos; se han limpiado los senderos de guijarros, y se han replantado con destreza los parterres de flores.

En resumen, todo un regalo para los ojos de los aficionados a la jardinería. Estos son algunos de mis favoritos:

Es imposible iniciar una conversación sobre los fantásticos jardines amurallados de Irlanda sin mencionar el magnífico jardín victoriano de 2,5 hectáreas de la abadía de Kylemore, en el condado de Galway. Tras recuperar todo su esplendor gracias a una restauración a finales de la década de 1990, es famoso por su ubicación magníficamente aislada y la agreste belleza del paisaje de Connemara.

El jardín sigue una estricta norma: todas las variedades de plantas que crecen en su interior deben haber sido cultivadas por jardineros victorianos. Incluso las patatas cultivadas con el sistema de «camas perezosas» son variedades típicas de esa época, como la Epicure y la Langworthy.

El jardín amurallado del castillo de Glenarm, en el condado de Antrim, lleva la última década en restauración. Diseñado como una serie de habitaciones entrelazadas, cuenta con una variedad de jardines frutales y florales; un jardín de hierbas aromáticas; un bonito huerto; una serie de arroyos, estanques, cascadas y fuentes simétricos; e incluso un terreno muy moderno en forma de espiral.

También alberga lo que posiblemente sea el tramo de césped más perfectamente cuidado de toda la isla.

Al sur de Glenarm, en el cercano condado de Down, se encuentra la propiedad de Rowallane, que está gestionada por el National Trust y conserva el histórico jardín amurallado que el reverendo John Moore creó en la década de 1860. Cuenta con combinaciones espectaculares de plantas herbáceas, arbustos y bulbos, y la gran mansión fue el hogar de Hugh Armytage Moore, famoso jardinero del siglo XX.

En pleno corazón de Dublín se encuentra el centro de visitantes de Ashtown del Phoenix Park, donde descubrirás un jardín amurallado victoriano audazmente hermoso e impecablemente mantenido que también ha sido restaurado durante los últimos años.

La Office of Public Works es responsable del mantenimiento de la hectárea de terreno de Ashtown, que contiene un parterre herbáceo doble y una serie de lechos simétricos que se utilizan para cultivar una rica variedad de frutas, flores y verduras. Junto a sus muros crecen infinidad de ciruelos, cerezos y perales.

En la región central rural del condado de Carlow, encontrarás un jardín amurallado oculto en el mágico Altamont. Robert Miller, un joven jardinero experimentado y talentoso, ha creado aquí una serie de intrincados parterres herbáceos.

En el cercano condado de Waterford, echa un vistazo a los torreones de cuento de hadas del histórico jardín amurallado del castillo de Lismore, propiedad privada de la familia Devonshire desde hace generaciones.

La mayor parte del diseño del jardín actual, que es toda una referencia en el mundo de la horticultura, así como del venerado invernadero, es obra de Sir Joseph Paxton, un eminente arquitecto, ingeniero y jardinero victoriano.

Entrar en un jardín amurallado secreto es como adentrarse en otro mundo: una fantasía victoriana llena de sorpresas. Es la naturaleza domada. Y, quién sabe, puede que te inspire a crear joyas de la horticultura en casa, aunque sea a una escala mucho menor…